Mi mamá y mi hermana fueron ladronas de piedras. Bajaron a la playa con el claro objetivo de encontrar el ejemplar que mejor se vería en el jardín. Caminaron, resbalándose de vez en cuando con la humedad que las olas deposita sobre las rocas. "Aquella está buena" - "Esta ¿está muy grande?" - gritaban, mientras el mar les robaba sus palabras. Después de un rato, probablemente cuando la marea amenazaba con mojar sus zapatos, eligieron la mejor y la llevaron hasta el carro. Después llegaron conmigo y me dijeron "Pedro, trajimos una piedra, para que la pintes", y pinté una sirena, porque las sirenas le gustan a las mamás.
La piedra no regresará nunca al mar. La sirena y sus recuerdos infinitos será lo único que la harán sentir cerca de su viejo hogar. Lo curioso es que nosotros moriremos y la sirena se borrará, pero la roca seguirá viva por siempre, aunque sea en pedazos más pequeños.
5 comentarios:
Pero el recuerdo en tu mente y en el de todos los que hemos leído tu post, permanecerá para mucho, mucho después.
Exista la piedra o no.
Quiero una mamá que robe piedras...
Y esa piedra se quedara sola, hagamos un asalto.
Pues quizá cuando no podamos frenar el calentamiento global y se derritan los polos vuelva al mar.
Sabias que es delito federal llevarse piedras de playas, sierras, etc etc??
te quedo bien la sirenita. A mi tambien me gustan las piedras... pero del rio.
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