El Tamal Frito
Se desmoronó en sus manos; y antes de que sus pequeños dedos pudieran evitarlo, el tamal de elote cayó al suelo. Verónica sabía lo que pasaría, por eso corrió tan pronto como pudo hacia el cuarto de su madre. La transformación fue tan espontánea como el brote de una flor en primavera y las pupilas de la madre de Verónica fueron el espejo testigo de una muerte tan rápida y silenciosa como el disparo de un francotirador, pero tan dolorosa como el aceite hirviendo en el sartén donde el tamal debió haber caído en un principio.
El Pastel de Queso
Era sábado por la mañana. Edgardo bajó las escaleras hasta el cuarto de televisión. Sus padres aún dormían. Sintonizó el canal de las caricaturas; “Hablemos del Campo” estaba por terminar, así que Edgardo aprovechó para ir por un vaso de leche con chocomil. Al abrir el refrigerador, la ambición de su antojo lo llevó a explorar un plato envuelto en papel aluminio; era el pastel de queso que su abuela les regaló hace 5 meses. Cuando descubrió el pastel, blanco ya no era el color predominante; ahora verdes, morados y azules formaban una superficie en movimiento. El ruido del vaso quebrándose despertó a la mamá de Edgardo, y mientras el tema de Garfield sonaba en la televisión, la carita del pequeño niño glotón era destrozada por miles de hongos estridentes.
Calabazas Italianas
Armados con cuchillos, pelapapas, abrelatas y destapadores, la familia Sánchez decidió enfrentarse a quien había sido su enemigo los últimos años. Lucía la pequeña y el abuelo fueron las muertes que los armaron de valor para finalmente deshacerse de la calabaza asesina, también conocida como Zuccini. Planearon una estrategia, Roberto entraría por la ventana, mientras Mamá y Neto lo distraerían por la puerta de la cocina. Papá abrió el refrigerador y ahí estaba Zuccini con sus colmillos verdes, se lanzó sobre Papá arrancándole la cabeza. Neto era la próxima víctima, pero Roberto clavó el destapacorchos en la cabeza de la malvada calabaza. Lograron matarla. A los 2 días, la casa explotó en mil pedazos. Meterse con calabazas italianas nunca será buena idea.
Se desmoronó en sus manos; y antes de que sus pequeños dedos pudieran evitarlo, el tamal de elote cayó al suelo. Verónica sabía lo que pasaría, por eso corrió tan pronto como pudo hacia el cuarto de su madre. La transformación fue tan espontánea como el brote de una flor en primavera y las pupilas de la madre de Verónica fueron el espejo testigo de una muerte tan rápida y silenciosa como el disparo de un francotirador, pero tan dolorosa como el aceite hirviendo en el sartén donde el tamal debió haber caído en un principio.
El Pastel de Queso
Era sábado por la mañana. Edgardo bajó las escaleras hasta el cuarto de televisión. Sus padres aún dormían. Sintonizó el canal de las caricaturas; “Hablemos del Campo” estaba por terminar, así que Edgardo aprovechó para ir por un vaso de leche con chocomil. Al abrir el refrigerador, la ambición de su antojo lo llevó a explorar un plato envuelto en papel aluminio; era el pastel de queso que su abuela les regaló hace 5 meses. Cuando descubrió el pastel, blanco ya no era el color predominante; ahora verdes, morados y azules formaban una superficie en movimiento. El ruido del vaso quebrándose despertó a la mamá de Edgardo, y mientras el tema de Garfield sonaba en la televisión, la carita del pequeño niño glotón era destrozada por miles de hongos estridentes.
Calabazas Italianas
Armados con cuchillos, pelapapas, abrelatas y destapadores, la familia Sánchez decidió enfrentarse a quien había sido su enemigo los últimos años. Lucía la pequeña y el abuelo fueron las muertes que los armaron de valor para finalmente deshacerse de la calabaza asesina, también conocida como Zuccini. Planearon una estrategia, Roberto entraría por la ventana, mientras Mamá y Neto lo distraerían por la puerta de la cocina. Papá abrió el refrigerador y ahí estaba Zuccini con sus colmillos verdes, se lanzó sobre Papá arrancándole la cabeza. Neto era la próxima víctima, pero Roberto clavó el destapacorchos en la cabeza de la malvada calabaza. Lograron matarla. A los 2 días, la casa explotó en mil pedazos. Meterse con calabazas italianas nunca será buena idea.
8 comentarios:
Me recordaste que un par de días tenía antojo de quesadillas, pero el queso estaba todo mohoso y sin resignarme, empecé a cortarle las partes "feas" y el pedazo se hizo muy pequenho, pero sí me alcanzó para quesadillas y fui muy feliz.
Never fuck whit the italian mafia... even tough they won.
Muy buenas historias muchacho.
y ke pasó con los tomates verdes fritos asesinos?
los zucchini ninjas
Creo que acabas de asesinar mi gusto por el pay de queso.
Telepedro siempre con las historias violentas, de muertes y esas cosas bonitas.
yo prefiero las historias de alimentos violadores.
jajaja
esas calabazas italianas! son una verdadera plaga!
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