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Post sobre el Hipopótamo que nunca se enojaba

Pablo es un hipopótamo todo bueno y feliz (y muy gordo), siempre está de buen humor, nunca se molesta con sus amigos, le es fácil perdonar los errores de los demás y no se aprovecha de otros hipopótamos para lograr objetivos egoístas, al contrario, él siempre está dispuesto a sacrificar un poco de su tiempo para ayudar a los demás. Pablo no recuerda haberle gritado a alguien alguna vez en su vida, no existen fuertes enojos o arranques de ira en su memoria. ¿Qué clase de hipopótamo es Pablo? ¿Cómo puede vivir sin enojarse?

Pablo el Hipopotamo

Está mal no enojarse - le dice su amiga Lucy, una hipopótama muy berrinchuda, -si nunca te enojas, luego los demás te van a pisotear - (yo me pregunto: ¿quién podría pisotear a un hipopótamo? pero ese es otro tema).

Pablo se puso a pensar en lo que le dijo Lucy. Primero pensó que nunca se enoja porque nunca nadie lo hace enojar, pero recordó que sí le han pasado varias cosas dignas de un buen berrinche, sin embargo nunca los hizo. Después pensó que quizás se ha guardado todos esos miles de enojos dentro de él (y que por eso es tan gordo), pero se puso a analizarlo bien y descubrió que tampoco hay enojos guardados.

Por un momento su ego se infló, Pablo llegó a pensar que su inteligencia emocional es sorprendentemente alta y que sabe controlar sus emociones como un sabio hipopótamo, pero luego recordó que los que son emocionalmente inteligentes no es que no se enojen, sino que saben moderar su enojo. Pablo simplemente no se enoja.

Esto está muy mal – pensó - debo hacer algo al respecto. Entonces, fue en busca de alguien que lo hiciera enojar.

Llegó con Doña Necedad López, una hipopotama mayor y muy gruñona que siempre ofendía a los demás

Hola, lindo día, hey? - dijo Pablo
¿Qué tiene de lindo? ¿Tu enorme panza y tú ridícula forma de saludar a gente que ni siquiera conoces? - contestó Doña Necedad
Y también mi camisa mal planchada- respondió Pablo mientras se despedía sonriente.

Ya iba a llegar a su casa, cuando recordó que el propósito de visitar a Doña Necedad López era el probar su capacidad de enojo y no saludarla – thouop!

Pero esto le dio otra posible respuesta – tal vez no me enojo porque no me tomo en serio las cosas – la respuesta era buena, pero no cubría todas las variables de enojos existentes.

Pablo estaba tan desesperado que empezó a pensar en teorías un poco más elevadas – quizás hay una sustancia en el cerebro que hace que los hipopótamos se enojen y yo carezco de esa sustancia – de tanto pensar, se quedó dormido.

Cuando dormía, Pablo soñó que su cabeza rebotaba un una brincolina mientras su cuerpo bailaba cha-cha-cha. Cuando despertó, su gran duda había quedado resuelta.

Entonces, Pablo se enojó, mató a todos y se volvió a dormir.