28 de noviembre de 2011

Déivid

Volteo y veo su lugar vacío con su chamarra colgada en la silla. Siento que sólo fue por café y ahorita viene. Es muy raro. Es muy viva su imagen, su sonrisa, encontrármelo en el baño lavándose los dientes o sentado en la sala comiendo gorditas Doña Tota. Su voz, su barba y sus gestos son muy vivos. Porque apenas el viernes fuimos a comer y se despidió de mí cuando se fue a las 6. Era un gran persona, hombre de los que quedan pocos. Callado, noble, pacífico, talentoso, inteligente.

Pero lo bueno es que David es una de esas personas que sabes que se van tranquilas, sin pedos, con todo resuelto, sonrientes en el cielo. Lo  único malo es que lo vamos a extrañar.

Descansa en paz, Déivid. Y dale suave.

1 comentario:

[Chava] dijo...

¿Falleció? :-(