Un domingo salí a caminar por mi cuadra mientras atardecía y me encontré con Paolo, un vecino aventurero. Me contó que estaba en busca de su barco, que según me dijo, un elefante se lo había llevado. Paolo tenía a un acompañante, y juntos exploraban todo el lugar en busca del objeto perdido.
Nunca supe si se refería a un barco de juguete, o a un barco real, o a uno imaginario. Pero me di cuenta que para él, ese pedazo de tierra donde estábamos parados al atardecer era mucho más grande de lo que lo era para mí.
Nunca supe si se refería a un barco de juguete, o a un barco real, o a uno imaginario. Pero me di cuenta que para él, ese pedazo de tierra donde estábamos parados al atardecer era mucho más grande de lo que lo era para mí.
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