2 de mayo de 2008

Bicicletas

Vi pasar un señor en bicicleta; un hombre mayor, moreno y con sombrero. Llevaba a su esposa.

Iban sonrientes y apretados. Se dirigían tal vez a una cena amorosa, en su medio de transporte ecológico y romántico.

El romance quedó aplastado, pretencioso de espectacularidad. El romance es más bien la comprensión de sus momentos, el aprecio de un segundo, la mirada de treinta sin sorpresas. El romance va en tren, a pie o en bicicleta; pocas veces en carro con vestidos de gala brillantes.

El verdadero romance es el post-romance. Lo que queda después de la ilusión gratuita.

El romance ficticio es sólo la tercera causa del calentamiento global.

Andemos en bicicleta un rato más.

2 comentarios:

Sonia Ló dijo...

todo que la mia es tan inservible
y yo tan floja para arreglarla :)

hablo alegoricamente!

meli dijo...

quiero uhna bicicleta


:)

saludos Pedro.